Columna de Opinión

Riesgo para posconflicto es frustrar la paz y que regresemos a la guerra


Por José David Name Cardozo
Senador de la República Partido de La U.

El hecho de haber firmado el acuerdo de terminación del conflicto con las FARC, luego de los tropiezos que se tuvieron, y estar a las puertas de un proceso con el ELN para una reconciliación más amplia y completa, nos invita sin lugar a dudas a mantener la mentalidad optimista y a confiar en mejores tiempos para nuestro país.

Pero el ser positivos también significa ver los árboles y ver el bosque, porque en medio de una actualidad compleja es prioritario conservar el estado de alerta. Es decir que estemos avanzando exitosamente en unas etapas de la pacificación anhelada, nos obliga igualmente a mantener la brújula y atención respecto de los francotiradores, opositores y enemigos.

Siempre creímos que el primer riesgo para el posconflicto era y es que de una u otra manera seamos incapaces de respetar los acuerdos, implementar lo que corresponde desde el Congreso de la República, canalizar la cooperación económica y política internacional, articular la institucionalidad para el desarrollo de los programas de reinserción pactados y proteger a los excombatientes y líderes sociales en las zonas donde ayer corría la sangre.

El posconflicto está lleno de verbos que podemos conjugar gracias a que hemos interiorizado una consigna de paz, pero si fallamos en los tiempos y en la oportunidad para traducir en realidades las promesas del acuerdo, estoy seguro que propiciaríamos el regreso a la guerra.

En Colombia trabajamos la concepción del proyecto llamado paz, creímos que esa era la edificación ideal para alojar el contingente constructor de un nuevo desarrollo político, económico y social, y le dimos la arquitectura y el diseño a una esperanza monumental.

Ahora debemos pulir, empañotar, habilitar corredores, colocar a cada quien en su sitio, aplicar inteligencia emocional, emplear tecnología de punta y disponer de los recursos humanos y financieros para que funcione a cabalidad esa gran torre del progreso nacional que es la paz, que busca ser la más alta en el firmamento de nuestros compatriotas.

Si del corazón erradicamos el rencor y el odio, es inevitable la emoción y el concebir como algo histórico que veamos hoy desplazándose hacia 26 zonas veredales de paz, a más de 6 mil hombres y mujeres que ayer se escondían para matar a otros. En su reciente visita al país, el Presidente francés François Hollande se mostró gratamente sorprendido de ver en un campamento a guerrilleros e integrantes de las Fuerzas Armadas cohabitando en aras de la paz. De acuerdo, es asombroso. 

Todo lo que se ha logrado con el trabajo de los últimos seis años bajo el liderazgo del Presidente Juan Manuel Santos, es lo que tenemos que preservar con celo y rigor si de verdad deseamos el posconflicto como resultado del proceso de paz y sus acuerdos. Un llamado en ese sentido ha hecho al país y a América Latina la Cumbre de Premios Nobel de Paz que sesionó en Bogotá la semana pasada.

Reconfortante en ese sentido es que el sábado 4 de febrero el Presidente Santos haya instalado el Gabinete para el Posconflicto con una frase que resume puntualmente la agenda de prioridades: “Lo que tenemos que hacer es articularnos, coordinarnos bien, hacer el seguimiento a la mayor rapidez posible a la implementación de los acuerdos y que la gente comience a sentir los efectos de la paz, los efectos del posconflicto”.

Para el Posconflicto es fundamental la implementación de los acuerdos de paz y que en ese objetivo estén sintonizados los funcionarios del gobierno que trabajan en tal dirección. Dedicación y entusiasmo son piezas insustituibles en la labor encomendada. 
Del Gabinete del Posconflicto hacen parte los ministros que directamente se relacionan con lo que se debe desarrollar para el cumplimiento de los acuerdos. Pero también podrán participar otros ministros y funcionarios que estén justificados en los temas y programas que se vayan implementando.

Este Gabinete para el Posconflicto está conformado por los ministros del Interior, Juan Fernando Cristo; Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín; Trabajo, Clara López; Hacienda, Mauricio Cárdenas; Defensa, Luis Carlos Villegas; Agricultura, Aurelio Iragorri; Transporte, Jorge Rojas, y Minas y Energía, Germán Arce. También por el Director de Departamento Nacional de Planeación (DNP), Simón Gaviria; el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo; el Alto Consejero para el Posconflicto, Rafael Pardo; el Alto Consejero para las Regiones, Carlos Correa; la Secretaria Jurídica de la Presidencia, Cristina Pardo; el Director de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), Joshua Mitrotti, y el Secretario General de la Presidencia, Luis Guillermo Vélez.

Pienso que algunos de estos nombres en poco tiempo no estarán en la lista porque se presenta el periodo de renuncias de quienes desean participar en las elecciones de 2018. Supongo que es una coyuntura prevista por la Presidencia de la República y que se muevan unas personas no debe alterar el orden del compromiso establecido para poner a rodar el Posconflicto.

Bueno es precisar que personalmente me encargaré de hablar con mis colegas del Senado, para que le coloquemos una hoja de ruta al Posconflicto y le hagamos control político periódico a las actuaciones del Gabinete responsabilizado de la materia, con informes puntuales respecto del cumplimiento de los acuerdos. Si no estamos atentos, probablemente no tendremos Posconflicto porque no cumplir será caldo de cultivo para regresar a la guerra. Y ese conflicto es lo que menos quiere el país. Por favor escríbame a jname@josename.com

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