Columna de Opinión
Bendición papal para que Cartagena vuelva a vivir la normalidad
Por José David Name Cardozo
Senador de la República Partido de La U.
Estoy seguro de que la visita del papa Francisco será noticia del año en Colombia y el mundo por su impacto político-social, en circunstancias que son propicias para que el mensaje cristiano nos acerque aún más a la reconciliación y a la necesaria reflexión respecto del futuro nacional.
Del periodo 1968 y 2017, esta será la tercera vez que un sumo pontífice pisa territorio colombiano. Hace 48 años vino el papa Paulo VI, en 1986 el papa Juan Pablo II y en el mes de septiembre lo hará el papa Francisco, de nacionalidad argentina y profundamente preocupado por la suerte de América Latina, en particular de nuestro país y la vecina Venezuela.
El papa Francisco, de acuerdo con la agenda oficial divulgada, llega el 6 de septiembre y permanecerá hasta el día 10, periodo durante el cual transmitirá su mensaje en las ciudades de Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena. Conviene destacar que esta visita es exclusiva, el Papa no estará en ningún país vecino. La de Paulo VI se constituyó en la primera salida de un Pontífice a Latinoamérica. Y también fue exclusiva.
Me sumo a las palabras recientes del Cardenal Rubén Salazar al invitar a “todos los colombianos, sin ninguna distinción, a acoger con alegría la visita del santo papa Francisco. Viene a traernos el mensaje de la paz, esa paz que estamos llamados todos a construir desde un corazón abierto al perdón, a la reconciliación y a la solidaridad”.
“Para que empecemos a superar esta historia nuestra de tanto dolor, de tanta guerra y tanto odio, para que en nuestro país reine la justicia y todos tengan acceso a sus derechos”, añadió el también arzobispo de Bogotá.
De hecho, la imagen oficial de la visita papal viene acompañada de la frase “Demos el Primer Paso”, con la que se sugiere ir hacia adelante para alcanzar la reconciliación y la paz.
Cada zona escogida para el recorrido y el contacto con las autoridades, los jerarcas de la Iglesia nacional y los fieles, tiene una incidencia en términos del mensaje y la logística. Bogotá no solo es la capital del país, sino que es la sede cardenalicia. El Meta (Villavicencio) es testimonio de lo que ha sufrido Colombia por cuenta del conflicto armado y además tiene una importancia ecológica estratégica.
Medellín es parte de la agenda por la fuerte presencia que tiene la Iglesia católica como institución dentro del pueblo antioqueño, además de expresarle apoyo a una comunidad que ha padecido las consecuencias del derramamiento de sangre por la violencia política y el narcotráfico.
En Cartagena se concentra la historia de San Pedro Claver cuyos restos reposan en la capital bolivarense. Aquí registramos los aciagos episodios de la esclavitud y la lucha para librarnos de ella, así como la alta población afrodescendiente.
Nos reconforta el anuncio de la visita del Santo Padre y creo en que – como lo dice el Presidente Santos - “la presencia de su santidad en nuestro suelo nos ayudará a los colombianos a seguir uniéndonos en torno a un país más justo, más solidario, más equitativo y en paz”.
Que el papa Francisco incluya a Cartagena en su recorrido nos ayuda a pensar en todas las implicaciones positivas posibles, empezando por elevar nuestra oración para que la Heroica recobre el rumbo perdido a partir de la bendición y el mensaje papal respecto de la unión y el trabajo común en pro del beneficio colectivo, la armonía y la equidad social.
Razón tiene quien dice que “su santidad es mensajero del amor y de la fe. Es forjador de puentes y no de muros. Y eso, puentes, amor y fe es lo que más necesitamos en Colombia”.
Queremos que el papa Francisco sea para Cartagena no el punto de despedida de una histórica visita a Colombia, sino el punto de partida de una nueva etapa para una ciudad que llevamos en lo profundo de nuestro corazón por su importancia histórica, la calidad de su gente, y el futuro promisorio que puede tener a partir de una dirigencia reconciliada con la moral y las buenas costumbres, así al consolidarse como epicentro de un desarrollo industrial sin precedentes, entre otros aspectos.
Confío en que la bendición papal sirva para todo lo que se ha propuesto y en especial también para que demos el paso hacia una Cartagena que regresa a la normalidad y recobra su senda progresista y orgullosa. Por favor escríbame a jname@josename.com
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